La importancia de una buena educación. Todos queremos que los niños sean bien educados. La mejor herencia que podemos dejarles a nuestros hijos no es el dinero, que igual que viene se va, sino una buena educación.
Con una buena educación podrán ir a cualquier sitio y podrán tratar con cualquier tipo de personas.
Y con educación no me refiero solo a los conocimientos objetivos que puedan aprender en el colegio o más tarde en la Universidad, que también. Me refiero al civismo y la buena educación, al saber estar, como valores para la convivencia con los demás. El respeto a los demás es uno de los pilares en los que debe basarse la buena educación. Los buenos modales en el trato con las otras personas son imprescindibles.
Y ¿Cómo transmitirles todo esto a nuestros hijos? Es en el núcleo familiar donde debemos inculcar a nuestros hijos la buena educación, por supuesto, en colaboración con la escuela y con el resto del entorno familiar.
Y para ello debemos marcarnos algunas pautas imprescindibles:
Hay que dar ejemplo. Los niños aprenden por imitación. Si tú para resolver los conflictos en casa utilizas el grito y el insulto de forma habitual, tu hijo aprenderá que esa es la forma normal de comportarse. No conoce otra forma de solucionar las cosas. Por eso es importante que en la vida cotidiana des ejemplo de comportamiento, ellos lo están aprendiendo de ti, incluso cuando son muy pequeños.
Hay que indicarles qué deben hacer, les debemos corregir cuando el comportamiento no sea el adecuado. Debemos indicarles que saluden cuando entran en un sitio, que pidan las cosas por favor o que den las gracias. Debemos hacerlo tantas veces como sea necesario, al final se acostumbrarán y lo harán por sí solos. Y esas buenas costumbres adquiridas ya no las perderán nunca.
Refuerzo positivo. Al igual que les felicitamos cuando los resultados escolares son buenos también en la forma de comportarse hemos de utilizar el refuerzo positivo. Cada vez que el niño utilice formulas de cortesía o se comporte como le hemos enseñado debemos reconocerle el mérito y alentarle para que se sienta orgulloso y lo siga haciendo.
Los buenos modales y la buena educación en su comportamiento deben ser cotidianos. No nos va a valer que intentemos que se comporte bien fuera de casa y que en casa olvidemos todo y permitamos que se comporte de cualquier manera. Las normas de comportamiento deben ser de uso diario, deben utilizarse en casa en todo momento para que realmente se conviertan en un hábito adquirido y sean para ellos la forma natural de comportarse el resto de su vida.
Como todas las cosas, el aprendizaje hay que adaptarlo a la edad del niño. No podemos pretender que un niño de dos años se comporte con unos modales perfectos en la mesa. A partir de esta edad se le puede enseñar a dar las gracias y a pedir las cosas por favor. Con tres años se les puede enseñar a compartir, a recoger y a ser más pacientes en sus peticiones, a saber esperar su turno, etc. Progresivamente pueden ir adquiriendo buenos modales y cuando llegan a los seis años ya distinguen perfectamente entre lo que es un buen comportamiento y lo que no lo es.
Ya deben saber comportarse adecuadamente dentro y fuera de casa, al menos en las cosas más cotidianas: se come sentado y con cubiertos, se saluda al entrar a un sitio y se dice adiós al salir, se piden las cosas con educación, por favor y sin exigencias ni lloros, no se chilla ni se insulta, se espera cuando sea necesario, se está quieto y callado en determinados sitios, se pide disculpas cuando se ha hecho algo que no está bien, se da las gracias cuando toca, se pide permiso para hacer o tocar determinadas cosas, etc… todo ello son reglas básicas que pueden y deben utilizar adecuadamente a partir de los seis años.
Pasan un momento un poco más difícil a partir de los ocho años, pues a esa edad hay veces que por imitación a los amigos comienzan a comportarse de forma maleducada a propósito. Es en ese momento cuando más hay que insistir en la buena educación y cuando has de utilizar el recurso de la empatía. Es decir, has de explicarle como se sienten los demás cuando se los trata de forma maleducada o se les falta al respeto.
En el fondo solo se trata de educar, educar en el respeto y la convivencia. Y recuerda, como hemos dicho al principio: la mejor herencia que puedes dejarles es una buena educación.
La importancia de una buena educación
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